Los mitos y la cultura popular son un buen caldo de
cultivo para las fantasías de terror, que van evolucionando según las
sociedades. Los hechos se van desvirtuando en leyendas y lo que en principio
era algo normal con una explicación lógica y racional va convirtiéndose en
extraordinario y tenebroso gracias a la ignorancia, el miedo por lo desconocido
y el boca a boca. Casi todo monstruo tiene un remoto origen real, escondido más
allá de las pinceladas de imaginación. Mi intención con este artículo es divagar,
haciendo al tiempo uso de la lógica, sobre algunos de los posibles orígenes que
llegaron a crear lo que en la actualidad conocemos como vampiros y hombres
lobo.
Vampiros
Posiblemente, los monstruos más carismáticos de
todos. Su sabiduría acumulada a lo largo de siglos gracias a su inmortalidad,
su sed de sangre y sus rasgos estilizados no han sido desperdiciados por la
industria del cine. Junto a los zombies o muertos vivientes, los vampiros son
los monstruos de terror que más aparecen en la pequeña y gran pantalla. Pero,
¿qué hay de realidad en ellos? ¿De dónde surgió que no pudieran ver la luz del
sol, ni tomar ajo o que necesiten la sangre para sobrevivir?
Aversión a la luz del sol
Como todos ustedes saben, los vampiros huyen de la
luz del sol ya que les provocan quemaduras si la exposición es corta o la
muerte si la exposición es prolongada. Por lo que su actividad se centra en la
noche mientras que por el día duermen en sus cómodos ataúdes. Existen numerosas
enfermedades en las cuales existe una aversión a la luz del sol, lo que termina
provocando la reclusión del individuo. Entre aquellas más frecuentes,
encontramos los casos más graves de fotosensibilidad en el lupus eritematoso
sistémico y algunos tipos de porfirias. Ambas
podrían estar asociadas tanto a hombres lobo como a vampiros. Pero por las
cualidades de cada una, el lupus estaría más unido a los hombres lobo y las
porfirias a los vampiros.
En ambas se produce una fotosensibilidad:
La exposición a la luz solar provoca al poco tiempo lesiones cutáneas visibles
y el empeoramiento de la enfermedad que se padece.
Un posible origen del mito podría deberse a las
personas que padecían estas enfermedades. Debido a sus lesiones cutáneas y al
daño que la luz solar les provocaban, tendían a encerrarse durante el día y
centrar su actividad por la noche, lejos de las inquisidoras miradas de los
vecinos por el aspecto de su piel. Si era necesario salir a plena luz del sol,
las ropas negras, con sombrero y capa eran un buen método de protección.
En las porfirias se produce
una alteración metabólica en el proceso de síntesis del grupo Hemo. Este grupo
está implicado en el transporte de oxígeno y se encuentra en los glóbulos rojos
formando la hemoglobina. Debido a la alteración de la síntesis de dicha
molécula se acumulan moléculas intermedias en la ruta de la síntesis llamadas porfirinas.
Son estas porfirinas acumuladas en la piel las que provocan que, tras la
exposición solar, se den una serie de reacciones químicas que produzcan
lesiones cutáneas en forma de ampollas y quemaduras.
En casos bastante graves de porfirias, el aspecto
puede dar pie a muchos mitos y más cuando hay ignorancia de por medio. Si
quieren ver un caso real, aquí tienen uno: Porfiria (¡Aviso!
Imágenes Impactantes). Gracias a Evil Preacher por
descubrírmelas.
Palidez de la piel
El tono de los vampiros es de un blanco casi
espectral. Una explicación a esta descripción tan tópica podría ser debido a la
anemia por déficit de hemoglobina consecuencia de la porfiria. Al no
sintetizarse suficientes glóbulos rojos y de la calidad adecuada, uno de los
signos más llamativos es la palidez cutánea.
Intolerancia al Ajo
La alteración de la síntesis del grupo Hemo que se
da en las porfirias puede verse aún más agravada por la ingesta de ajo. Eso se
debe a que, de normal, las personas que tienen porfiria siguen produciendo el
grupo hemo aunque en menor cantidad. En algunos tipos de porfiria, si además
añadimos ajo, la alteración es mucho mayor ya que actúa “bloqueando” aún más el
proceso de síntesis del grupo hemo. Por tanto, se produciría instintivamente
una repulsión completa a este alimento tras tomar por primera vez este alimento
y comprobar que sus síntomas empeoraban.
Presencia de sangre en dientes
Cuando pensamos en un vampiro con sangre entre sus
colmillos es lógico pensar que hace poco que ha encontrado una víctima de la
cual alimentarse. Precisamente, otra de las características de la porfiria es
que las porfirinas pueden provocar orinas y dientes rojizos (eritrodoncia). La
gente, llevada por la superstición, posiblemente confundiera esos dientes
rojizos con la ingesta de sangre.
Sin reflejo en el espejo
Además de las porfirias, existe también una
enfermedad que podría haber alimentado el mito del vampirismo: La rabia. En
ella podría encontrarse una aversión al ajo y a la luz debido a una
hipersensibilidad. Si unimos eso al hecho de que la rabia puede provocar un
aumento de agresividad e hiperactividad que podría llegar a altas horas de la
noche, la teoría de la rabia toma más fuerza. Precisamente, en la cultura
popular de hace siglos se encontraba el dicho de que un hombre sin rabia podía
mirar a su propio reflejo. De ahí que los vampiros no pueden verse reflejados
en los espejos, al estar “rabiosos”.
Hombres Lobo
Híbridos antinaturales con cierto aspecto humano
pero con comportamiento totalmente animal, los hombres lobo a menudo se han
asociado como monstruos inferiores en la jerarquía de los monstruos de terror.
La poca capacidad de razonamiento que poseen les lleva a actuar en impulsos sin
estrategias elaboradas de caza como los vampiros. La brutalidad y la puesta en
escena sin rodeos es su modus operandi.
Aspecto de Lobo
El lupus eritematoso sistémico es una enfermedad
autoinmune. El sistema defensivo no reconoce a los tejidos como propios, sino
como extraños y comienza una reacción inmune contra el propio cuerpo. Es decir,
se vuelve loco y no distingue aliados de enemigos. Es una enfermedad que puede
manifestarse de mil maneras diferentes por lo que la llaman “la gran
simuladora”. Una de sus principales manifestaciones es el enrojecimiento de la
piel por un fenómeno de inflamación.
Su nombre, “lupus”, significa precisamente lobo en
latín. Y no es casualidad, ya que puede provocar, debido a ese enrojecimiento
de la piel en zonas concretas, una cara con aspecto de lobo.
Aparte del lupus, también podríamos encontrar
una enfermedad mucho más rara pero cuyo aspecto bien daría lugar a la confusión
con un hombre lobo, la hipertricosis
lanuginosa congénita.
La presencia de pelo a lo largo de casi todo el
cuerpo que tienen las personas con este síndrome podría haber alimentado la
imaginación de la gente. Fácilmente podrían haberse pensado que eran cruces
entre hombres y lobos o simplemente monstruos salidos del más remoto bosque.
Agresividad Animal
Entre las numerosas causas que podrían explicar el
comportamiento brutal de esta criatura, encontramos principalmente dos:
La licantropía y los niños salvajes desarrollados
desde pequeños en plena naturaleza. La licantropía consiste en un trastorno
mental en el cual la persona cree que es un lobo y se comporta como tal: Come
carne cruda, se comunica por gruñidos, se mueve a cuatro patas, etc. En
numerosos países de Europa a lo largo de la Edad Media se dieron numerosas
situaciones de alarma social por la temida existencia de los hombres lobo (al
igual que las brujas). Esta histeria colectiva pudo llevar a que trastornos
mentales como la licantropía aparecieran aún más debido a la influencia que la
cultura tiene sobre este tipo de trastornos. Aquellos que ya de por sí estaban
al borde de la locura veían como ésta tomaba forma en aquello que más imaginación
y miedo provocaba en la población. Los niños salvajes, apartados de la sociedad
desde pequeños, adquieren un comportamiento animal que bien podrían haber
reforzado aún más el mito de los hombres lobo. Eran incapaces de comunicarse
excepto con gruñidos. Aún con la más estricta educación tras reinsertarlos en
sociedad, sólo se podía conseguir que mencionaran algunas palabras sueltas. Su
forma de moverse, de comer y, en definitiva, de vivir, les convertían en el
objeto de todas las miradas. La famosa historia de Mowgli en el Libro de la
Selva no es sino una narración con una base más real que ficticia. Aún a día de
hoy todavía pueden verse de tanto en tanto de niños criados en plena naturaleza
que han logrado sobrevivir por ellos mismos.
Extraído de: http://medtempus.com/archives/el-lado-medico-de-los-monstruos-de-terror-vampiros-y-hombres-lobo/