Según Freud, el chiste, junto
con los actos fallidos, es una de las formas como las representaciones pueden
emerger al consciente de una manera desfigurada en hechos que
trascienden nuestra vida diaria.
Los actos fallidos son
acciones causales y somáticas y actos u operaciones fallidas que tienen un
sentido (llevan un mensaje) y un propósito (cumplen una función), resultado de un
conflicto intrapsíquico por una lucha de fuerzas, en el aparato psíquico, de
representaciones inconscientes (reprimidas), que quieren devenir conscientes,
contra las representaciones conscientes (manifiestas). Esta lucha de fuerzas
produce una interferencia entre la representación-consciente (perturbadora) y
la representación-inconsciente (perturbada), produciéndose un refrenamiento y
sofocación. Así, se suscita una transacción entre sistemas
(Consciente-Inconsciente) sin éxito ni fracaso de ninguno.
Lo anterior produce muchos
comportamientos apreciables, como ser el olvido de nombres propios, en el que
no sólo se olvida, sino que se recuerda erróneamente y acuden a la conciencia nombres
sustitutivos, que persisten con tenacidad. De esto, Freud deduce que existe una
determinada conexión con el nombre erróneo y el olvidado. A veces, el nombre es
olvidado como garantía de propósito. Lo mismo se aplica al olvido de palabras
extranjeras y de series de palabras. De igual manera se producen las
equivocaciones orales o lapsus linguae, en los que la equivocación obedece a la
perturbación causada por una idea reprimida o semireprimida, extraña a la que
se quiere expresar; puede ocurrir por sustitución de palabra o por semejanza o
semilicadencia.
En cualquier caso, la
perturbación ocurrida intenta evitar que despierte el recuerdo de una sensación
penosa o desagradable. Y lo que nunca falta en toda clase de equivocaciones
(orales, escritas, de lectura, de nombres, de
acciones, olvidos, etc.) es la palabra o idea perturbadora, sea cualquiera la
causa de que proceda, la que impide a una representación inconsciente devenir
consciente.
Estos recuerdos que pueden
causar displacer se presentan como sustitutivos de otras impresiones y abarcan
toda la vida del individuo, no están presentes en la memoria, pero son evocados
por sucesos en el instante o historia del individuo y es así que desean
exteriorizarse y en ese proceso son perturbados. Dichos recuerdos son los
denominados recuerdos infantiles encubridores, los cuales no son exclusivamente
visuales y en ninguno se observa a la propia persona.
En el caso del chiste, Freud halla
que un fenómeno que ocurre es el de condensación, que consiste en la fusión de
dos palabras formando una sola, y por ese motivo, aunque se trate de una
equivocación, resulta chistosa; como cita en el caso de Heine y la palabra
"familionar", en la que el sujeto
quiere decir "familiarmente", pero que se perturba con la idea de que
esa familiaridad sólo le es posible a un "millionario" y ello motivó
a la fusión de palabras.
También se aprecia otro
elemento en los chistes: el desplazamiento, para lo cual Freud alude a un
sinfín de ejemplos. El desplazamiento conduce, por lo general al sofismo o
a la simpleza. A la vez, puede haber chistes que emplean un material en otro
sentido, juego de palabras de doble sentido con alusión o encubrimiento de
idea. Y la gracia del chiste no se encuentra en el pensamiento expresado, sino
en la idea latente o en el propósito que lleva. Todos éstos y los de formaciones
verbales subordinan al concepto de formación de sustitutivos.
El chiste trae consigo la
consecución de placer, lo que puede deducirse del hecho que obedece a la
satisfacción de la tendencia (hostilidad u obscenidad). Por ello, el chiste
produce regocijo al vencer un obstáculo exterior y uno interior. En este último
la aportación de placer obedece a una economía de gasto psíquico y al ahorro de
la coerción.
Fácilmente puede observarse, en el chiste, cómo el deseo se realiza,
disfrazando la intención para burlar a la censura y vencer la coerción.
Entonces, siguiendo a Freud, la relación entre el chiste y el sueño,
en los que se presentan los mismos fenómenos: desplazamiento, condensación,
elaboración inconsciente, etc. Aunque una gran diferencia entre ambos es que
surgen en dominios diferentes de la vida anímica y en lugares del sistema
psicológico muy alejados uno del otro: el sueño busca
satisfacer una necesidad y ahorrar displacer, mientras que el chiste busca
conseguir placer.
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