Palas Atenea (Minerva romanos)
Atenea o Palas Atenea formó parte de los habitantes del Olimpo junto al dios supremo Zeus. Era una de las diosas griegas más importantes y presentaba un gran número de rasgos característicos. Era la diosa de la guerra, de la sabiduría y de la ciencia, además de patrona de diversas actividades.
Atenea también tenía una afinidad especial con las ciudades, sobre todo con Atenas, donde era adorada en muchos templos como la deidad tutelar principal.
La sabiduría y la versatilidad de la virginal Atenea eran una consecuencia directa de su extraordinario nacimiento. En cierta ocasión Zeus había concebido un hijo con oceánide Metis («sabiduría» o la diosa de la tierra, Gaya, y el dios de los cielos, Urano, habían dicho que el dios que naciese del embarazo de Metis sería muy superior a él). El dios supremo montó en cólera y devoró al atemorizado Urano, lo que le provocó tiempo después que tuviese un intenso dolor de cabeza. Hefesto, el artesano de todos los dioses, tuvo que utilizar sus herramientas para abrir la cabeza de su padre, de donde salió Atenea completamente vestida y ya adulta. De este modo, podría decirse que era la favorita de su padre y que en cierto sentido se parecía a él.
El valor era el rasgo más característico de Atenea. Su figura alta y delgada siempre estaba acompañada por el casco y la lanza. Llevaba el aegis o piel de cordero que le entregó su padre para cubrir sus hombros. Estaba decorado con borlas y la cabeza de Medusa, la Gorgona con su rostro terrorífico, cuya mirada podía convertir a cualquiera en piedra (ver Gorgonas, Las). Un buho que simbolizaba su sabiduría solía acompañarla a todos los sitios. Homero la comparaba a veces con esta ave, lo que apoya la teoría de que se la adorase a través de un buho o una lechuza. De hecho, esta figura aparece en gran cantidad de monedas acuñadas en Atenas.
El vínculo de la diosa con esta ciudad quedó establecido tras la competición con Poseidón por la provincia de Ática, en la que se encontraba Atenas. El dios del mar utilizó su tridente para crear un pozo que manase desde la Acrópolis, pero Atenea plantó un olivo para impedirlo. Los dioses y diosas que mediaron en el conflicto creyeron que este último era un regalo mejor. De este modo los habitantes eligieron a Atenea para que fuese su patrona y le pusieron a la ciudad su mismo nombre. Los templos más importantes en la Acrópolis son el Erechtheum (Erecteo) y el Parthenon (Partenón), que literalmente significa «la casa de las vírgenes» debido a la condición virginal de la diosa, y están dedicados a ella. El Partenón contiene una impresionante estatua de casi 12 m de alto de la diosa, obra del escultor Fidias. Sus túnicas eran de oro puro. El olivo sagrado ofrecido a la ciudad ocupa un lugar de honor en el complejo. El árbol empezó a crecer milagrosamente después de la destrucción de la Acrópolis a manos de los persas en el año 480 a.C. Incluso hoy día permanece uno de los olivos a la entrada del templo.
Según otra historia de los primeros años de la ciudad, Hefesto quería hacer el amor con Atenea como recompensa por haberla ayudado a venir al mundo, pero la diosa escapó de su abrazo y Hefesto eyaculó sobre el suelo, surgiendo de ahí Erichthonius (Erictonio), que Atenea confió a las hijas de Cecrops, uno de los primeros reyes de Atenas. Pero esto tuvo consecuencias terribles cuando, tiempo después, Erictonio se convirtió en rey de la ciudad.
Al contrario que Artemisa, Atenea no era tímida ni escrupulosa, y no quería vivir sola en los bosques y las montañas alejada de todo el mundo. De hecho, intervenía a menudo en la vida de los seres humanos, existiendo innumerables mitos e historias sobre este aspecto. Pocos dioses se involucraron tanto en la Guerra de Troya, en la que ayudó de manera infatigable a los griegos. Primero les animó a entrar en conflicto con los troyanos y luego les protegió, les rescató e incluso luchó a su lado. Su hermano por parte de padre, Ares, el dios de la guerra que apoyaba a los troyanos, no podía hacerle frente, lo cual no resultaba sorprendente, ya que Ares era el dios de la guerra sin planificar mientras Atenea era la diosa del arte de la guerra. No obstante, su apoyo a los griegos no fue ilimitado e incondicional, ya que cuando el joven Áyax violó en su altar a Casandra, hija del rey troyano, tras finalizar la contienda, les retiró su apoyo por haber derribado su estatua. Fue un final trágico para el joven (ver Ajax) y sólo Odiseo permaneció en el corazón de la diosa al ser un héroe que usaba su inteligencia en lugar de su fuerza.
También Heracles recibió la ayuda de Atenea con sus doce trabajos. Otros héroes como Jasón, Belerofonte y Perseo se vieron favorecidos por sus medidas. Perseo acabó con la Gorgona Medusa gracias a su ayuda. Medusa había insultado a Atenea, que la convirtió en una criatura horrorosa y despreciable, tan repugnante que el que la miraba se convertía en piedra. Perseo le cortó la cabeza y se la ofreció a su guardiana, que desde entonces la llevó en su aegis y la representó en su escudo.
Orestes era hijo de Agamenón y de Clitemnestra, a la que había matado para vengar la muerte de su padre, de la que era culpable (ver Orestes y Agamenón). Por este motivo fue perseguido por las Erinyans (Erinias) y, con la ayuda de Atenea, consiguió refugiarse en Atenas. La diosa se aseguró de que fuese enjuiciado en el Areopagus y emitió su voto a favor de él. De esta manera preservaba la tradición ateniense de administrar justicia a través de un jurado. Otra tradición de la ciudad era garantizar asilo político y para refugiados. En la mitología, el mismo rey Edipo se benefició de esta medida.
Minerva, la diosa romana de las artes, la industria, la ciencia y la sabiduría, era adorada en toda Italia. Quizá fuese una diosa etrusca en su origen. En un periodo muy temprano, fue igualada con Atenea y, aunque carecía de la vertiente guerrera de ésta, los romanos empezaron a representarla con atuendo militar. Al igual que Atenea, Minerva se convirtió en diosa de la guerra y de la sabiduría. Roma, la propia diosa que dio nombre a la ciudad, era representada con su misma apariencia.
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